Disbiosis

Intestinal

e Inmunidad

Una buena salud física y mental exige una adecuada digestión y absorción de los nutrientes. Las enfermedades que afectan al tránsito intestinal tienen una alta prevalencia en la población infantil, adulta y anciana y pueden ser indicativo de trastornos propiamente digestivos o bien ser manifestaciones acompañantes de cuadros patológicos

inmunitarios sistémicos.

Lo que sabemos de la interesante relación entre el ser humano y los microorganismos que residen en él se ha multiplicado en los últimos años. Ya no denominamos a estos seres vivos «flora intestinal» ni los consideramos simplemente comensales. Los humanos somos, de hecho,

«superorganismos» influenciados, en parte, por los microorganismos que hospedamos.


INMUNIDAD SALUDABLE

El sistema inmune es particularmente complejo, debido a las miles de interacciones entre sus propios componentes y entre estos con otros sistemas, tales como el sistema endocrino y el neural. Además, ciertos sistemas de retroalimentación muy importantes funcionan para mitigar sobrerreacciones del sistema inmune que pueden ocasionar daños agudos o crónicos a la salud. Las intervenciones terapéuticas lineales generan disturbios en estas sutiles interacciones y retroalimentaciones. Este sistema puede ser comparado a un móvil colgando del cielo de una habitación. Si una persona tira un solo elemento, todo el sistema se irá fuera de balance, pero si se tiran varios elementos del sistema a la vez, se moverá hacia abajo de un modo balanceado. Esto es básicamente el modo en que el sistema inmune se regula en la naturaleza.

 

MICROBIOTA INTESTINAL Y SALUD

Al conjunto formado por los microorganismos, sus genes y sus metabolitos se le denomina microbioma. El microbioma humano se refiere a la población total de microorganismos con sus genes y metabolitos que colonizan el cuerpo humano, incluyendo el tracto gastrointestinal, el genitourinario, la cavidad oral, la nasofaringe, el tracto respiratorio y la piel. En el intestino grueso de los mamíferos la cifra de microorganismos se eleva de 1012 a 1014, Este número es mayor, incluso, que el total de células de nuestro cuerpo.

El término microbiota hace referencia a la comunidad de microorganismos vivos residentes en un nicho ecológico determinado. La microbiota residente en el intestino humano es una de las comunidades más densamente pobladas, incluso más que el suelo, el subsuelo y los océanos.

La microbiota intestinal es la comunidad de microorganismos vivos residentes en el tubo digestivo y es indispensable para el correcto crecimiento corporal, el desarrollo

de la inmunidad y la nutrición. Las alteraciones en la microbiota podrían explicar, por lo menos en parte, algunas epidemias modernas de la humanidad como el asma y la obesidad.

 

La importancia de la conservación y mantenimiento de la flora intestinal fisiológica reside, no sólo en su coparticipación en la digestión y absorción de nutrientes y vitaminas, sino en que ésta contribuye a la integridad de la mucosa intestinal, a una modulación de la funciones inmunitarias digestivas y sistémicas, y favorece la resistencia a la colonización de gérmenes patógenos.

Muchos grupos de investigadores a nivel mundial trabajan descifrando el genoma de la microbiota. Las técnicas modernas de estudio de la microbiota nos han acercado al conocimiento de un número importante de bacterias que no son cultivables, y de la relación entre los microorganismos que nos habitan y nuestra homeostasis.

De dichas tecnologías de análisis microbiológicos específicos y la determinaciones de la concentración de cada una de las especies que conforman la flora intestinal, conocemos mejor en la actualidad estos importantes componentes de nuestra biomasa corporal, agrupándoseles en:

Flora residente: E. coli, Enterococcus sp., Lactobacillus sp., Bacteroides sp., Prevotella sp., Bifidobacterium sp.,

Clostridium sp.

Flora pasajera: E coli lactosa negativa,

Klebsiella pneumoniae/oxytoca,

Enterobacter cloacae, Citrobacter freundii, Pseudomonas sp., Bacillus sp.,

Staphilococcus sp., Streptococcus sp.

Flora enteropatógena: Salmonella sp., Vibrio sp., Yersinia sp., Campylobacter sp., Methanobrevibacter smithii, etc. así como la presencia de levaduras:

Candida sp. y mohos Geotrichum sp., Aspergillus sp., Mucor sp. el estudio se puede extender también a

Parásitos: Entamoeba hystolítica, Entamoeba Coli, Entamoeba hartmani; Giardia intestinalis; Dientamoeba fragilis; Chilomastix mesnili; lodamoeba butchslii;

Endolimax nana; Balstocystis hominis; Cryptosporiodium sp.; Cyclospora sp.; Isospora belli; Nemátodos; Tremátodos; Cestodos.

Virus: Adenovirus, rotavirus, y antígenos de Heliobacter Pylori y Clostridium difficile.

Estos estudios están contribuyendo a ayudar en diagnóstico y por ende a la dilucidación de problemas intestinales y sistémicos asociados, tales como los inflamación mínima persistente que subyacen en la mayoría de las inmunopatologías crónicas y degenerativas.

La microbiota intestinal ha pasado de considerarse un comensal acompañante, a considerarse un «órgano metabólico», con funciones en la nutrición, la regulación de la inmunidad y la inflamación sistémica. Los mamíferos que crecen libres de germenes, tienen un desarrollo corporal anormal, con pared intestinal atrófica, corazón, pulmones e hígado de bajo peso y sistema inmune inmaduro con niveles bajos de inmunoglobulinas, por ende con una baja expectativa vital.

 

FACTORES QUE INFLUYEN EN LA MICROBIOTA

Evolutivamente, en los humanos al igual que en los mamiferos, los microrganismos que componen la microbiota son determinados por los tipos de fuentes nutricionales, siendo diferentes los perfiles de omnívoros, carnívoros y herbívoros. Las características de la dieta, junto con los factores genéticos, influyen en el predominio de unos microorganismos sobre otros.

Después de tan solo un día de dieta tipo occidental (alta en grasa y azúcar y baja en polisacáridos de las plantas), hay cambios evidentes en composición microbiana y en sus vías metabólicas, y en 2 semanas han desarrollado más adiposidad. La abundancia o escasez de alimento determinará la presencia o no de especies bacterianas que se reproducen bien cuando hay disponibilidad ilimitada de alimentos, o de especies más eficientes cuando los nutrientes son escasos.

In utero, el ser humano carece de microbiota. Al nacer, el tracto gastrointestinal se coloniza inmediatamente. Hasta la vía de nacimiento (parto vaginal o cesárea) y el tipo de alimentación (lactancia materna o fórmula artificial) ha demostrado producir diferencias en la microbiota intestinal. Los perfiles fecales microbianos del lactante muestran un parecido marcado con los perfiles bacterianos del canal de parto y de la leche materna. Durante la infancia y a lo largo de la vida, la composición microbiana también cambia de acuerdo con la edad y la dieta.

Aun cuando la microbiota intestinal cambia con el paso de los años, el medio ambiente y la microbiota materna durante el parto y la lactancia materna prolongada durante el primer año de vida, parecen permanecer como factores muy importantes en el desarrollo de la microbiota en el futuro.

Una vez establecida la microbiota en un individuo, es estable en el tiempo.

En humanos, los miembros de la misma familia tuvieron comunidades bacterianas más parecidas entre ellos que en comparación con individuos no relacionados.

Sin embargo, debemos tener cuidado al sacar conclusiones, y pensar que los cambios en la microbiota siempre son la causa y no la consecuencia de las modificaciones en la fisiología de los organismos, pues, por ejemplo, los efectos en la microbiota asociados a la introducción de fibra en la dieta podrían estar relacionados con la velocidad del tránsito intestinal y Nota con la fibra misma.

 

MICROBIOTA E INMUNIDAD

La microbiota intestinal ejerce un importante efecto sobre la respuesta inmune del humano. En 1989, Strachan mostró que la disminución en la carga microbiana debida a la elevación de los estándares de higiene en los países desarrollados podría conducir a un incremento de las enfermedades autoinmunes y alérgicas. La dieta y los efectos de ésta en la microbiota intestinal y en la respuesta inmune se han postulado como posibles explicaciones para el incremento en la incidencia de enfermedades inflamatorias como el asma y la diabetes tipo I en los países desarrollados. Nuevos hallazgos sobre la microbiota intestinal y su capacidad inmunomoduladora coinciden con los datos epidemiológicos que conectan la obesidad y el asma o la obesidad y la diabetes tipo I.

La mucosa intestinal ejerce funciones de inmunidad adaptativa ya que el sistema inmune mucosal tiene la capacidad de responder a una infinidad de antigenos específicos, pero también existe la inmunidad innata que es el reconocimiento de determinados antígenos, y que es heredada filogenéticamente desde las plantas hasta los vertebrados.

Estos antígenos se han llamado patrones moleculares asociados a patógenos

(PMAP) e incluyen lípidos, lipopolisa-cáridos (LPS) y lipoproteínas. Los PMAP son reconocidos por los receptores de reconocimiento de patrones. La interacción entre éstos y los PMAP induce la producción de citocinas e interferones.

Aunque no son estrictamente factores de virulencia bacterianos, despiertan una intensa respuesta de la inmunidad innata. Las señales originadas inducen a las células dendríticas a diferenciarse y a producir citocinas. Junto con ello las células dendríticas presentan los antígenos a linfocitos T implicados tanto en funciones de defensa como de tolerancia inmunológica a las gran diversidad de alimentos y microorganismos. Interesantemente, hasta hace poco se consideraba al tejido adiposo como un mero compartimento de almacenaje, sin embargo, los adipocitos son células endocrinas activas productoras de adipocinas. En la obesidad, además del incremento del volumen del adipocito, el tejido adiposo está infiltrado de macrófagos, que producen citocinas promotoras de inflamación.

La «teoría de la higiene» supone que el exceso de limpieza y la disminución en la exposición a las bacterias a temprana edad impide el correcto desarrollo de los mecanismos inmunorreguladores, que previenen las respuestas inmunes inapropiadas y las enfermedades inflamatorias posteriores. Ello podría explicar las diferencias radicales entre la microbiota intestinal de niños en África y la de niños en zonas urbanas de Europa y el hecho que las alergias y el asma son prácticamente inexistentes en las comunidades rurales de África.

La evidencia que apunta hacia una alteración de la microbiota intestinal en personas con alergia y asma se acumula. Los niños que viven en áreas rurales tienen una incidencia menor de asma que los niños de la ciudad.

 

CAUSAS QUE ORIGINAN LA DISBIOSIS

El estrés crónico, la contaminación ambiental, pesticidas, la insuficiente masticación de los alimentos, el déficit de ácido clorhídrico gástrico o de enzimas pancreáticas, las deficiencias nutricionales de vitaminas y minerales.

 

 

Dietas pro-inflamatorias persistentes, determinados alimentos y sustancias como los derivados refinados del trigo, lácteos, azúcar refinado, café, té, alcohol y alimentos procesados, pueden irritar el intestino produciendo inflamación y aumentando su permeabilidad.

Consumo de fármacos como los esteroides, aspirina y el paracetamol; los cuales, aunque alivian los síntomas de inflamación en otros lugares del cuerpo, afectan a la mucosa gastrointestinal y precipitan un ataque enzimático y de ácido a la pared intestinal.

Los antibióticos recurrentes también alteran la microbiota.

Infecciones intestinales, los microorganismos patógenos dañan la mucosa intestinal produciendo inflamación, destruyendo la flora intestinal e impidiendo la producción y absorción de ciertas vitaminas como las A, B y K.

El proceso natural del envejecimiento.

 

MICROBIOTA Y ENFERMEDADES GASTROINTESTINALES

Síndrome de intestino irritable (SIl)

Estudios recientes empiezan a perfilar la asociación entre la disbiosis y las enfermedades gastrointestinales. Se han demostrado diferencias importantes en la microbiota de los pacientes con Sil en comparación con personas sanas. Los pacientes con SIl tienen menos Lactobacillus y Bifidobacterium spp. que los sanos.

Las bacterias antes mencionadas se unen a las células intestinales e inhiben la adherencia de bacterias patógenas, no producen gas al fermentar los hidratos de carbono e inhiben a los Clostridium spp. Los probióticos modifican la fermentación colónica y estabilizan la microbiota colónica.

Varios estudios con probióticos han demostrado una mejoría en la flatulencia y la distensión abdominal.

 

 

Hay interesantes hallazgos al respecto en estudios recientes sobre Sil en adultos y en niños.

Son sorprendentes los estudios que demuestran que existe un eje intestino-cerebro-microbiota. Se ha evidenciado que el contenido microbiano del tracto gastrointestinal posnatal es crítico para el desarrollo de respuestas adecuadas al estrés en etapas posteriores de la vida. También se ha demostrado que existe una ventana crítica en las etapas tempranas de la vida en la que debe ocurrir la colonización microbiana para asegurar un desarrollo adecuado del eje hipotálamo-hipófisis-adrenal

en los seres humanos .

En otro aspecto, uno de los gases presentes en el intestino humano es producido por la fermentación bacteriana anaerobia. Se ha descrito que el CH4 afecta la velocidad del tránsito intestinal, reduce la secreción de serotonina y se asocia con el SIl, la diverticulosis y el cáncer de colon.

El principal microorganismo productor de CH4 es Methanobrevibacter smithii. Se han demostrado tiempos de tránsito intestinal prolongados en adultos con estreñimiento crónico productores de CH4•

 

A las alteraciones de la microbiota intestinal y la respuesta adversa a estos cambios se le ha denominado disbiosis. Se le ha asociado con afecciones tan disímiles como el asma, las enfermedades inflamatorias crónicas, la obesidad, la enfermedad celíaca, el síndrome de intestino irritable e hígado graso no alcohólico.

CLASIFICACIÓN DE LA DISBIOSIS:

Disbiosis intestinal asociada a procesos de putrefacción:

Favorecida por el consumo de dietas ricas en grasas y proteínas, bajas en fibras insolubles. Estas dietas aceleran el tránsito intestinal y la llegada del alimento parcialmente digerido al colon, donde se sucederán procesos putrefactivos. Desde el punto de vista microbiológico se observa un incremento en las poblaciones de bacteroides y por el contrario un descenso en el recuento de las bifidobacterias.

Disbiosis intestinal asociada a procesos de fermentación:

Se favorece por el consumo de dietas ricas en hidratos de carbono. Los carbohidratos son fermentados por las bacterias, produciéndose ácidos orgánicos potencialmente tóxicos, como el ácido acético, ácido láctico y sulfuro de hidrógeno, que condicionan una disminución del pH intestinal o acidosis. Estos procesos están asociados a un sobrecrecimiento de bacterias con metabolismo sacarolítico en el intestino delgado.

 

Enfermedad de Crohn

Muchos estudios han mostrado la presencia de disbiosis en el intestino de pacientes con enfermedad de Crohn en comparación con sanos. Los gemelos sanos suelen tener una microbiota intestinal muy parecida, pero cuando uno de los gemelos tiene enfermedad de Crohn, la composición intestinal cambia mucho, sobre todo en pacientes con inflamación ileal.

 

Enfermedad celíaca

Un marcador de la enfermedad celíaca activa es la producción de citocinas por los linfocitos T intestinales en individuos portadores de ciertos genes.

 

Se ha propuesto que la disbiosis es otro factor de riesgo para la enfermedad celíaca. De hecho, se describió una «epidemia sueca de enfermedad celíaca», y se han aislado bacterias candidatas como factores etiológicos, que posteriormente se han podido aislar en pacientes nacidos durante la epidemia. La disbiosis y las bacterias asociadas a la enfermedad celiaca pueden ser un factor de riesgo para el desarrollo del padecimiento, ya sea por influencia directa en las respuestas inmunes de la mucosa o al incrementar la respuesta inflamatoria al gluten.

Hígado graso no alcohólico

(HGNA)

Se le ha asociado con la sobre-población bacteriana y el incremento de la permeabilidad intestinal.

Varios productos bacterianos pueden ser potencialmente hepatotóxicos:

fenoles, amoniaco, etanol y otros. Se ha descrito un incremento en la producción de etanol en pacientes obesos. Se piensa que el principal producto bacteriano implicado en el HGNA es un componente activo de las endotoxinas de la pared bacteriana, liberado con la muerte bacteriana en el intestino que es absorbido junto con los lípidos de la dieta. Su absorción activa a su vez la producción de citosinas inflamatorias que promueven la resistencia a la insulina, la esteatosis hepática, la inflamación y la fibrogénesis.

El conocimiento científico moderno del genoma bacteriano y sus relaciones con el sistema inmune es sumamente interesante, y ha abierto un campo fascinante de investigación y de aplicaciones clínicas insospechadas hace pocas décadas, pues es evidente la relación cercana entre el microbioma y el ser humano, reunidos en una concepción integrativa y ya no desconocida denominada disbiosis, todo lo cual debe ayudarnos a resolver de modo adecuado las «epidemias» modernas: enfermedades autoinmunes, alérgicas y metabólicas, pero, sobre todo, nos ofrece la posibilidad de intentar revertirlas por medio de la manipulación de los componentes de la microbiota.

La evidencia demuestra que la microbiota es estable durante el tiempo, y que algunos efectos de la colonización del ser humano en etapas tempranas no son reversibles. Sin embargo, es imposible finalizar el presente ensayo, sin formular algunas preguntas: ¿tendremos la capacidad de evitar las alteraciones en la microbiota debidas al exceso de higiene, tratamientos recurrentes con antibióticos y la falta de contacto con microorganismos saludables?,

¿podemos manipular la microbiota de manera permanente o por lo menos a largo plazo? y ¿qué estamos entendiendo por alimentación saludable?.

Si desea más información, visite la entrevista online en programa Siempre Juntos, accediendo a este link:

 

DR. OSCAR VENEGAS ROJAS
Médico Inmunólogo

Diplomado en Medicina Biorreguladora.
International Academy for Homotoxicology.

Director Centro Médico ISCAR

Teléfono: 41 222 64 56

www.droscarvenegas.cl