1ro de Agosto – Día Mundial de la Alegría

La alegría, si bien es una emoción pasajera que se manifiesta por medio de la risa o la
sonrisa, aunque también es cierto que la alegría provoca manifestaciones de todo tipo,
desde saltos, aplausos, bailes… Cada persona la manifiesta de forma diferente.
Realmente, la alegría es una emoción subjetiva, y dependerá mucho de la persona a la que
preguntes. Habrá personas a las que les provocará alegría estar tumbados en cama, en
una playa. Y para otros, la alegría es hacer una buena caminata en la montaña, una grata
conversación o el reencuentro con un ser querido, etc.
Lo que sí es cierto es que una persona alegre rinde más, tiende a estar más saludable, a
superar las dificultades, y a provocar alegría a las personas que tiene alrededor, a hacer
acciones de bien.
El binomio felicidad y salud se ha convertido en un tema de interés y de relevancia en la
última década.


Una mayor comprensión y reconocimiento de la importancia de la asociación entre felicidad
y salud debería contribuir al progreso y tener un impacto favorable en la salud pública, tal
como plantea Naciones Unidas con los objetivos de Desarrollo sostenible para el 2030.
Actualmente existe evidencia del papel protector y potenciador que tienen los estados de
ánimo sobre la salud de las personas. Incluso hay estudios que han relacionado vínculos
entre felicidad y salud que se mantienen después de tener en cuenta las emociones
negativas.
Happiness encompasses several constructs, including affective well-being (feelings of joy
and pleasure)
Varios estudios indican que la felicidad es una reacción neuronal, promovida por una serie
de neurotransmisores químicos, entre los que se encuentran la serotonina, la dopamina, la
prolactina, la oxitocina y el GABA2.


Los avances de la neurociencia demuestran que somos capaces de aprender a producir
voluntariamente en nuestro cerebro un estado neuroquímico de felicidad y bienestar.
Tenemos evidencias de que los neurotransmisores asociados a la felicidad tienen un efecto
positivo a nivel cardiovascular, y hay relación con otras enfermedades crónicas como la
hipertensión o la diabetes tipo 2. Por otro lado, la felicidad refuerza el sistema inmunitario
incrementando la producción de anticuerpos y modulando la respuesta inmune. Finalmente,
la felicidad induce la producción de telomerasa que evita el acortamiento de los telómeros
cromosómicos retrasando el envejecimiento. Todo esto nos lleva a pensar que la felicidad
es un factor pronóstico de ciertas enfermedades cronicas.
El potencial investigador en este campo se abre camino, con investigaciones recientes que
demuestran que determinadas intervenciones de habilidades de afecto positivo mejoran la
calidad de vida y favorecen la adherencia al tratamiento en enfermedades tan serias como
es el cáncer. No cabe duda de que este tipo de intervenciones son factibles, además de
prometedoras.


Hasta ahora solo hemos tenido en cuenta los efectos directos de la felicidad en la salud. Lo
cierto es que la felicidad tiene una serie de efectos indirectos no menos importantes ya que
las personas felices promueven comportamientos saludables y se desenvuelven en
entornos sociales más favorables.
Un ejemplo de entorno social donde la felicidad tiene un impacto muy positivo para la
persona es el ambiente laboral, que es donde ésta desarrolla gran parte de sus
capacidades.
Es fundamental, hacer protagonistas a las personas para fortalecer su propia salud,
facilitando herramientas asequibles para reforzar e impulsar todos aquellos mecanismos
biológicos que actúan para mejorar la salud y entrenar nuestra capacidad mental de
felicidad.
Es pertinente señalar que mayores niveles de bienestar y felicidad influyen de forma
positiva en la salud de las personas, disminuyendo el riesgo cardiovascular, los estados
inflamatorios, incluso retrasando el envejecimiento celular.


Por ello se deberían determinar cuáles son las variables concretas de felicidad que influyen
en la salud y cómo se produce esta influencia para poder comprender cómo funciona este
binomio y llevar a cabo medidas interventivas que aumenten la salud y el bienestar de las
personas en general y de los trabajadores en particular. Pienso que se debe hacer hincapié
en concretar cuáles son los aspectos que hay que trabajar para conseguir felicidad y
secundariamente salud, teniendo en cuenta que no todas las personas tienen el mismo
carácter y no todas ellas responden con sensaciones agradables o positivas a las mismas
intervenciones. Para entrenar la capacidad mental de felicidad hace falta conocer los
mecanismos que están implicados y tener en cuenta que no a todas las personas les
mueve lo mismo. Por último, tendríamos que manejar una sola definición de felicidad que
agrupara todas las variables posibles para poder concretar de aquí en adelante, si la
felicidad está relacionada con la eudaimonía, con el hedonismo, al respecto opino que se
trata de un equilibrio entre ambas, cuyos peldaños son las alegrías cotidianas generadas
en nuestras relaciones sociales.
La alegría se multiplica exponencialmente, así que te animo a compartir tu alegría, para
que más personas se contagien de este sentimiento, uno de los más hermosos que puede
tener el ser humano.

Dr Oscar Venegas Rojas
www.droscarvenegas.cl